Por Luis Álvarez Primo
Nos
encontramos en Richmond, New Hampshire, Estados Unidos, en las
instalaciones del Saint Benedict Center donde se desarrolla su
Conferencia Anual bajo el título “Keeping the Counter reformation going” (Manteniendo vivo el espíritu de la Contrarreforma). Como parte del programa, asisitmos a la presentación de la iniciativa: “A true work of mercy: A new order of Crusaders” (Una
verdadera obra de misericordia: una nueva orden militar de cruzados).
Para conocer más al respecto entrevistamos a su inspirador el hermano
franciscano Alexis Bugnolo. Director del gran Archivo Franciscano,
traductor de la obras de San Buenaventura, y de San Francisco de Asís, y
responsable de la extraordinaria y magnífica edición de los cuatro
libros con el comentario de San Buenaventura al libro de las sentencias
de Pedro Lombardo. El Hermano Bugnolo es quizá el más grande
medievalista experto en las cruzadas en el mundo hoy.
Luis
Álvarez Primo: Hermano Alexis, ¿podría informar a los católicos
argentinos con más detalle sobre esta iniciativa, esta nueva orden
militar de cruzados católicos?
Alexis Bugnolo: La Ordo Militaris Catholicus
es una iniciativa de defensa y seguridad internacional de católicos
para hermanos y hermanas católicos que sufren persecución a causa de su
fe, y cuya defensa y liberación requiere intervención militar y acciones
de seguridad en el marco de las leyes nacionales e internacionales en
los lugares donde se solicite y se permita nuestro ingreso.
LAP: ¿Dónde se encuentra la Orden?
AB:
A fin de cumplir con los objetivos de nuestra asociación religiosa,
hemos constituido en los Estados Unidos una Sociedad Anónima en Wyoming
(a Wyoming C-Corporation) , con el nombre legal de Ordo Militaris Inc,
(“Private Military Corporation”) para llevar a cabo las iniciativas de
defensa y seguridad que la Asociación decida emprender. Ya está a poco
de concretar la adquisición de un campo de entrenamiento en un
monasterio abandonado.
LAP: ¿Cómo se vincula esta orden con los cruzados de antaño?
AB:
Se inscribe en la tradición de los valientes católicos de la Edad
Media, quienes dejaban familia, hogar y nación para ir al extranjero al
rescate de cristianos perseguidos por su Fe, dando su vida y miembros.
Aquellos católicos tenían claro el derecho y el deber de armarse en
defensa del reino incoado de Cristo, de la Iglesia y de la Fe. Los
cruzados, a diferencia de la mayoría de los católicos de hoy, no habían
sido desarmados intelectual, psicológica, moral y espiritualmente por la
masonería, como sucediera en la modernidad bajo el liberalismo y su
perversa doctrina de la tolerancia, hasta el día de hoy. Sin el derecho a
defendernos con las armas no somos verdaderamente libres. Tal es la
prisión mental e ideológica en que la masonería ha metido a los
católicos, haciéndonos perder el sentido común católico. De ese molde,
de esa prisión ideológica masónica, de esa cerrazón mental, debemos
liberarnos. De manera que hemos emprendido esta iniciativa de defensa y
seguridad muy concreta, a fin de armar voluntarios que se integren a
milicias para socorrer a católicos y cristianos en situación de grave
riesgo; por ejemplo, hoy en Irak, donde todavía están siendo masacrados
por ISIS o DAESH. En Irak hasta hace poco había más de tres millones de
cristianos y católicos, asentados ahí desde hace 2000 años, que vivían
en paz. Hoy, después de tanta destrucción y genocidio, sólo quedan
seiscientos mil y en estado de extrema necesidad, tanto de ayuda
humanitaria como de soluciones de seguridad, que sólo una asociación
privada militar puede ofrecer legalmente.
LAP: ¿Qué recepción tiene esta iniciativa entre los católicos?
AB:
Algunos reaccionan positivamente y se acercan para colaborar de diverso
modo. Otros, a pesar de que se llenan la boca hablando de la Vendée o
de los Cristeros, se escandalizan o disimulan con escepticismo o se dan
aires de superado pragmatismo.
LAP: ¿Qué distingue a esta iniciativa de otras de carácter humanitario?
AB:
Nuestro esfuerzo es de carácter transnacional en el marco de las leyes y
convenciones internacionales y se lleva a cabo en aquellos lugares
donde nos lo solicitan. No tiene carácter político-partidario. Tiene una
clara impronta moral y espiritualidad católicas, y un método de
colaboración e intervención privado distinto de los programas y
políticas de los estados nacionales soberanos. En una palabra, reitero,
aspiramos a aportar soluciones específicas en materia de defensa y
seguridad con la más elevada rectitud moral, y conscientes de que
nuestra época tiende a ver en la religión un problema de seguridad más
que una solución.
LAP: ¿Quiénes integran la Orden?
AB:
Esta sociedad religiosa está conducida por veteranos de guerra
norteamericanos católicos que desean servir a Jesucristo, Rey de Reyes y
Príncipe de la Paz. Se integran con el grado militar obtenido al dejar
el servicio activo. Ofrecemos a los veteranos de guerra norteamericanos o
de otros países, con convicciones cristianas profundas y arraigadas, un
modo único de aportar su experiencia profesional, sus habilidades y
vocación al servicio de la defensa de hermanos en Cristo, indefensos y
desamparados, en distintos lugares del mundo. También recibimos a
aquellos que tengan vocación de adquirir experiencia militar y una
formación moral católica sólida, a fin de cooperar en los fines de la
Orden. Aspiramos a la formación de capítulos o subsidiarias de la Orden
en otros países. Disponemos de una Regla que organiza y dirige la Orden.
Un Gran Maestre, un Consejo de Doce Miembros y Consejos de Comandantes
de Campo que se integran conforme las circunstancias de cada operación.
Hay tres grados dentro de la Orden y un proceso y una ceremonia de
iniciación que culmina en una promesa temporal estipulada de servicio.
En nuestra página pueden informarse sobre cómo incorporarse, como
colaborar, etc.
LAP: ¿Cómo se financian?
AB:
Al tiempo que asumimos esfuerzos de asistencia humanitaria, en forma
directa o a través de la provisión de soluciones de seguridad, llevamos
adelante una robusta estrategia de negocios a fin de poder sufragar
nuestros servicios y apoyar iniciativas humanitarias en curso, que
requieran soluciones de seguridad en zonas de alto riesgo. Para lo cual
ya hemos emitido y ofrecido al mercado dos series de acciones para
inversiones de capital ‒no para la financiación de gastos corrientes u
operativos‒ acciones serie “Y01- Y99” para la adquisición de una Campo
de Entrenamiento y acciones serie “T01-T99” para la apertura de
Capítulos en diversos lugares del mundo y, naturalmente, recibimos
donaciones de diverso tipo.
LAP: ¿Existe hoy alguna entidad católica similar en el mundo?
AB:
En la actualidad, y a través de todo el mundo occidental, no se
registra una iniciativa cristiana de este tipo que combine seguridad y
defensa junto a ayuda humanitaria, en un auténtico espíritu católico, en
parte debido a que las obras de beneficencia clásicas o sin fines de
lucro están legalmente excluidas de los programas de defensa y
seguridad, y en parte porque desde hace algunos siglos las actividades
de defensa y seguridad con carácter humanitario han caído en el olvido.
LAP: ¿La Orden aspira a difundirse por el mundo católico?
AB:
Como dije antes, como parte de nuestra estrategia transnacional,
buscamos establecer capítulos o subsidiarias en el extranjero a fin de
aprovechar las diversas ventajas que ofrece una presencia internacional,
así como la riqueza y variedad de recursos y talentos específicamente
católicos de quienes comparten y valoran nuestro esfuerzo dentro del
mundo católico.
LAP: ¿Por qué la Ordo Militaris se han dado la forma jurídica de una Sociedad Anónima o “Corporation”?
AB:
Hemos establecido una sociedad privada militar, la Ordo Militaris Inc,
con la forma jurídica de una Sociedad Anónima (Corporation C) asentada
en Wyoming con fines de lucro, a fin de poder operar dentro de la ley de
los Estados Unidos, con acceso a contratos de defensa, financiamiento
de iniciativas cristianas de seguridad y defensa lícitas en el
extranjero, y entrenamiento y formación de voluntarios que deseen servir
con nosotros en misiones en el exterior.
LAP: Hermano Alexis, lo esperamos en la Argentina para fundar un capítulo de la Orden!
AB:
con todo gusto; en cuanto se den las condiciones, va a ser un gran
gusto ir a la Argentina a fundar un capítulo de nuestra Orden con todos
los católicos que deseen participar y colaborar en esta iniciativa
católica, que es y será, por la gracia de Dios, parte del renacimiento
de una civilización católica.
La Regla de la Ordo Militaris Catholicus
1.
A todos los católicos que desprecian una vida mediocre, la cual
consiste en vivir para sí, y a quienes aspiran a mantener, proteger y
servir la Fe Cristiana y el Reino de Nuestro Señor Jesucristo, en la
tierra, mediante la defensa y la liberación de sus hermanos católicos,
aún a riesgo de su propia vida y cuerpo, y a quienes han llevado una
vida mundana, en la cual el servicio a Jesucristo no era su única
ambición, los exhortamos a asumir la Compañía y la Hermandad de la Cruz
con hombres a quienes Dios ha elegido de una masa de perdición y a
quienes ha ordenado, a través de su Graciosa Misericordia, defender a la
Santa Madre Iglesia, urgiéndolos a unirse en su compañía para siempre.
2.
Por sobre todas las cosas, quien vaya a ser miembro de nuestra Orden
debe unir en su profesión de fe, un espíritu de resuelta prontitud y
diligencia junto a una firme determinación en la perseverancia, las
cuales son manifestaciones de valor, santidad y nobleza, que si se
preservan sin mancha en la vida, les hará merecedores de un lugar en la
compañía de los mártires que dieron sus vidas por Cristo Jesús.
Aquí comienza la Regla de la Ordo Militaris Catholicus
3.
Que todos los católicos que renuncian a su propia voluntad para servir
al Soberano Rey del Universo, Cristo Nuestro Señor, para la salvación de
sus almas, y durante un período estipulado de tiempo en esta Orden, se
esfuércen en todo tiempo y lugar, con pureza de deseo, a fin de escuchar
Misa diaria, doquiera se hallen, y si eso no fuere posible, recen doce
Padrenuestros con un Requien Aeternam por las almas necesitadas. Y
reciban la sagrada Eucaristía con las debidas disposiciones; si es
necesario, después de piadosa confesión.
4.
Si un soldado u otro hombre de cualquier condición desea dejar atrás la
masa de perdición y abandonar una vida mundana y compartir nuestra
empresa, no se le consienta ser recibido inmediatamente, pues como
enseña el apóstol San Pablo, “Prueba cada espíritu para ver si es de Dios”. Pero
si se lo hallare aceptable para cualquiera de los grados de
pertenencia, léasele esta regla en voz alta, y si manifiesta voluntad de
observarla celosamente, y agrada al Maestro o a su Delegado y a los
Hermanos del lugar reunidos en capítulo, permítasele solicitar su
incorporación a la Orden con un corazón puro, poniendo su mano derecha
sobre el Evangelio, prometiéndose así, con rodilla genuflexa delante de
la Cruz de Nuestro Señor:
“Por
el amor a Jesucristo, Nuestro Rey y Señor, prometo el servicio de “x”
número de años con el grado de -------------------- (grado de servicio)
en defensa de mis hermanos cristianos y para la liberación de personas,
propiedades y tierras, aún a riesgo de mi vida y miembros; para cuyo
propósito prometo obediencia al Maestro de la Orden y sostener la Cruz
de Cristo. A lo cual todos los hermanos reunidos responderán:
“Deus Vult! No hay mayor amor que dar la vida por amor a los hermanos! Fiat! Fiat! Amen!” Después
de lo cual el Maestro o su Delegado dará al nuevo hermano una cruz de
madera que deberá besar con reverencia. Ya de pie, que el Maestro o su
delegado le impongan la insignia de Nuestra Orden diciendo: Benditos los hombres que merezcan portar nuestra insignia. Que sean suyos el honor y la gloria en el mundo por venir. Y que los hermanos le den la bienvenida.
5. Que en la Orden haya tres grados de servicio: Hombre de Voluntad, Hombre de Servicio y Hombre de Listas.
El Hombre de Voluntad provee a sus propios gastos y no recibe salario;
el Hombre de Servicio no busca salario pero acepta de la Orden un aporte
para gastos; y el Hombre de Listas por las necesidades de su familia
acepta un módico salario. Que el primero sea honrado, que al segundo se
le agradezca y al tercero se lo respete.
6.
Que todos los nuevos hermanos que alcanzaron rango militar en el mundo
antes de su profesión de fe, conserven su rango en la Orden. Quienes
fueron oficiales, que revisten entre los comandantes de campo: Los
religiosos o clérigos que revisten como nuestros comandantes de consejo.
Y que todos aquellos que se distingan en la batalla reciban el debido
reconocimiento y honor.
7.
Es obligación del Maestro y del Consejo decidir en todas las cosas
relativas a la Orden; pero es deber del Consejo de Comandantes en el
Campo planificar y ejecutar todas las operaciones militares y de
seguridad decidas por la Orden. Que el Maestro sea uno y que los
miembros del Consejo sean 12; que el Consejo de Comandantes sea
integrado por tantos como sea necesario y útil y que todos los hermanos
les obedezcan.
8.
Que todos los hermanos con buena salud se abstengan de comer carne los
viernes, en honor de la Pasión de Nuestro señor, excepto en Navidad, y
que ningún hermano permita que otro se emborrache en ninguna época del
año. Que nadie consuma nada que pueda alterar la disposición natural del
cuerpo a su pureza o de la mente a la sobriedad.
9.
Que todos los hermanos celebren las fiestas en honor de los patrones de
Nuestra Orden con misa y una comida en común, siempre que esto sea
posible.
10.
Que ningún hermano provoque a enojo u ofensa de otro; tratando todos de
mantener la paz y moviendo a la reconciliación cuando haya habido
ofensa.
11.
Que ningún hermano blasfeme o tome en vano el Nombre del Señor y de los
santos, tratando de desarraigar ese vicio en los hábitos del habla. Y
sopórtense unos a otros con paciencia sin desviarse de lo que es recto y
justo en la Fe Católica.
12.
Que ningún hermano transgreda la modestia cristiana, ni permita que
otro lo haga; y que ninguno se permita nada conducente al vicio de
impureza.
13.
Que todos mortifiquen la carne tanto como sea necesario a su
constitución particular; y que ninguno induzca a otro a la glotonería o
el vicio.
14.
Que todos los hermanos civiles, se esfuercen para entrenarse en las
artes militares y en el discernimiento requerido para el uso de las
armas para el bien y no según las pasiones. Que custodien y protejan los
bienes de la Orden y no permitan su mal uso o saqueo por parte de
hermano o de enemigo. Y mantengan los equipos de combate en buen estado y
listos para su uso.
15.
Que todos los hermanos se encomienden a sí mismos y sus obligaciones a
la Protección de la Sagrada Virgen María, bajo cuyo manto y por esta
Regla hemos colocado a Nuestra Orden, y a todos aquellos a quienes
servimos por amor a su Hijo. Amén.
Recomendamos
que todos los que desean unirse a Nuestra Orden, primero lean este
corto artículo sobre la obligación moral que se impone mediante la
Promesa de cumplir nuestra Regla. Pledge of our Rule.
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Para comunicarse con el autor de la entrevista: luis.alvarezprimo@gmail.com
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